Son muchos los platos que, a pesar de resultar muy sabrosos, casi nunca son preparados en los hogares de los españoles por las dificultades que acarrea su elaboración. No es el caso que nos ocupa. Y es que hoy hablaremos de una receta que destaca por todo lo contrario: es bastante sencilla. De hecho, incluso es apta para principiantes.
Nos referimos a un delicioso guiso que está hecho con carne de caballo. Aunque es posible incorporar otros tipos de productos cárnicos, hemos decidido centrarnos en los del potro por lo beneficiosos que llegan a ser para la salud de los consumidores, principalmente por las sustancias tan buenas que contiene: Omega 3, vitamina B, zinc, proteínas y un larguísimo etcétera, todo ello sin tener que lidiar con un elevado porcentaje de grasa.
Ahora que ya sabes lo beneficiosa que es la carne de caballo para quienes la consumen de manera regular, llega el momento de averiguar cómo preparar un sabrosísimo guiso que gustará mucho no solo a tu familia, sino también a los invitados.
¿Qué ingredientes son necesarios para el guiso de carne de caballo?
Como veremos a continuación, preparar el guiso de carne de caballo para tres o cuatro personas no supone un gasto excesivo, ya que la lista de ingredientes es más bien reducida.
El más importante de todos, como no puede ser de otra manera, es la carne de caballo. Con 600 gramos debería ser suficiente para un máximo de cuatro comensales.
Como en todo guiso que se precie, debe haber patatas y zanahorias, concretamente cuatro unidades de cada ingrediente. También necesitarás una cebolla de tamaño considerable, un par de dientes de ajo, tomate frito -natural o frito por ti mismo-, pimentón rojo, laurel, sal, pimienta, harina y aceite de oliva virgen extra.
¿Cómo se prepara el guiso de carne de caballo?
El proceso es bastante sencillo, incluso si optas por freír tú mismo el tomate, un paso en el que ahondaremos después. En primer lugar, corta en trozos la carne de caballo y, posteriormente, salpimiéntalos. Cuando lo hayas hecho, haz uso de la harina para rebozar cada trocito cuyo tamaño no conviene que sea excesivo.
Echa una generosa cantidad de aceite de oliva virgen extra en una cazuela y sofríe todos los trozos. Aparta la carne de caballo cuando ya esté sofrita y, en ese mismo recipiente, procede a sofreír tres ingredientes que le darán mucho sabor a la receta: las zanahorias previamente cortadas a trocitos, los ajos y la cebolla.
Al cabo de pocos minutos, notarás que estos tres ingredientes están pochados. Será entonces cuando debas añadir otros elementos que son esenciales en todo guiso de buena calidad, empezando por dos especias: pimentón y laurel. Finalmente, llega el turno del tomate frito.
Aquí hay que hacer un paréntesis, ya que existen dos opciones: echar uno de bote -basta con aproximadamente 100 mililitros- o freír tú mismo el tomate. En este último caso, el resultado será más artesanal, pero necesitarás una mayor cantidad de tiempo para elaborar la receta. ¿Merece la pena? Desde luego, pero depende del tiempo que tengas disponible.
En cualquier caso, cuando el tomate frito haya impregnado bien el resto de ingredientes, sugerimos añadir un chorro de vino blanco que se evaporará al cabo de poco tiempo, pero le dará un toque único al guiso de carne de caballo.
Cuando el vino se haya evaporado, añade agua que cubra todos los ingredientes que forman parte de la receta, incluyendo la carne de caballo. Al realizar este paso, también hay otra posibilidad que debes valorar.
La carne de caballo ya de por sí es bastante sabrosa, por lo que a pesar de tratarse de agua, cuando reduzca quedará una salsita repleta de matices no solo cárnicos, sino también propios de otros ingredientes como el tomate frito y la zanahoria. Aun así, hay personas que prefieren un sabor todavía más intenso.
¿También es tu caso? Entonces te recomendamos sustituir el agua por caldo de carne. No importa si es de brick o decides optar por las típicas pastillas, ya que en ambos casos obtendrás una salsa muy sabrosa.
Generalmente, las recetas son bastante cerradas, pero nos gusta ofrecer varias posibilidades a los amantes de la cocina. Así lo demuestra el hecho de que no vamos a decirte qué opción es mejor ni en este sentido ni en el de cómo debes preparar las patatas.
Hay quienes prefieren echarlas al conjunto para que se impregnen del sabor. Quedarán muy tiernas -como la carne- y, además, te ahorrarás aceite y limpieza de cacharros. Sin embargo, también puedes freírlas en una sartén aparte para añadirlas al plato final a modo de guarnición.
No importa las decisiones que tomes, puesto que en todos los casos la receta será fácil de preparar y proporcionará un resultado sobresaliente en lo que respecta al sabor obtenido.